Por: Sayuri Loza - Estudiante de la carrera de Historia (UMSA)



Las revistas de moda, belleza y variedades han sido, a lo largo del siglo XX, un indicador de las tendencias de las élites seguidas por el resto del mundo, haciéndose indispensables cuando se trató de ponerse al día con lo último en estilos, más aún en los años 40 —época en la que la prensa escrita era el medio masivo de mayor circulación a nivel internacional—.
A consecuencia de la guerra mundial, la mujer tuvo mayor acceso a la vida pública y nuestro país fue receptor entusiasta de esta disposición. La mujer tenía diferentes expectativas de la vida, mayores oportunidades y mayor poder adquisitivo y, en ese contexto, la literatura se sitúa en una posición privilegiada dando las pautas de belleza, actualidad y, como afirmaban sus editoriales, todo lo que la mujer de entonces necesitaba saber.
La literatura que adquirían las mujeres en los años 40, iba entre las novelas de M. Delly , las Lecturas Católicas, manuales de tejido y costura, y las revistas femeninas; por lo general importadas de Argentina, cuyas imprentas y casas editoriales sacaban grandes tirajes que se agotaban tanto dentro como fuera del país. Está demás decir que quienes más acceso tenían a esta literatura eran las mujeres de las clases altas —básicamente porque ellas sabían leer y tenían el dinero suficiente para comprar las publicaciones y lo que en ellas se anunciaba—.
De las revistas femeninas, dos fueron bastante populares entre las jóvenes paceñas de la época: Labores de Vosotras y Para Ti; que en sus ediciones de 1946 y 1947 claman tener "todo lo que interesa a la mujer" y dan una visión de lo que entonces se consideraba la mujer perfecta o correcta, alguien capaz de ser bella y hacendosa, virtuosa y caritativa —justo como una de las heroínas de Delly— y que gracias a los productos anunciados en la revista alcanza a convertirse en el ideal femenino de la época.
La mujer moderna debía ser una maestra en la costura, el tejido y el bordado, para lo cual las revistas venían con guías de labores para todos los miembros de la familia y el hogar. La sección Mamita enséñame, donde se daban instrucciones para confeccionar ropa de muñecas de tal modo que las niñas aprendían de sus madres las labores manuales. Igualmente, se apreciaban fotografías de modelos extranjeras luciendo trajes de última moda confeccionados por los exclusivos diseñadores internacionales.
El otro interés femenino eran las novelas románticas, cuyas autoras eran, por lo general, americanas o inglesas y aunque sacadas del contexto norteamericano —distante del latinoamericano en muchos aspectos— éstas tocaban temas universales referidos al amor, desde distintos enfoques, surgiendo sugestivos títulos como Amor Espartano, El brujo, El huésped, entre otros. Cada historia era interrumpida para continuar en el número siguiente, prolongándose por más de dos ediciones y asegurando de este modo la compra del siguiente ejemplar.
Columnas como el Barómetro Premarital, donde se advierte a las mujeres sobre la identificación de hombres mezquinos, violentos o de determinados perfiles, con los cuales sería una torpeza casarse y abandonar la "soltería e independencia económica que reporta un empleo bien remunerado" se alternan con reflexiones cristianas, relaciones de la pasión de Cristo, consejos para comportarse en sociedad, terminología médica, buen habla del español, cultura general, historia y entrevistas a mujeres destacadas (pianistas, literatas, etc).
La publicidad llena el resto de espacios de las revistas: un despliegue de mercadotecnia inteligente que de modo más descarado, que en la actualidad, ofrece la felicidad y la perfección con la simple compra de una crema o de un desodorante. Perfumes, cremas de belleza, jabones, tónicos revitalizantes, maquillaje, se rozan con aceites, utensilios de cocina y alimentos dulces; todos recurriendo a las virtudes cristianas, a la pureza, a la belleza como conquistadora del amor y el amor a la familia queda reflejado con la compra del producto.
Los laxantes ocupan el mayor espacio prometiendo: "buen humor, comodidad y una sonrisa de la vida"; tintes progresivos de cabellos para que no se sepa que no se es rubia auténtica; esmaltes que sustituyen a las medias pues estos son más económicos; fajas reductoras de cintura que achatan el vientre y todo tipo de productos eran ofrecidos por la tecnología de la época, patrocinados por estrellas de Hollywood y de la realeza que también dejan ver el ideal de mujer hermosa de entonces: rubias, voluptuosas, de cutis perfecto, sanas y activas.
Con más dibujos que fotografías se muestra un arte idealista con mujeres etéreas y bellas, cuyos rostros y cuerpos parecen haber sido diseñados en el cielo. El despliegue artístico se observa a lo largo de toda la edición, hasta que se llega a una sección que hoy en día no es usual: anuncios de parteras con horarios de atención y disposición que aparecen discretamente al final de los ejemplares, sin gráficos ni dibujos, pero de fácil comprensión. Hoy podríamos considerar estas temáticas y el modo en que son abordadas como un despliegue de machismo y de subversión contra la inteligencia de la mujer condenándola a ejercer ciertos roles específicos, acordes a su género, y cuya envergadura dependerá de la belleza del cutis o de su buen olor, más allá de sus capacidades intelectuales limitadas al buen entendimiento de la doctrina cristiana y a la acumulación de conocimientos generales, sin necesidad de desarrollar puntos de vista críticos o analíticos.
Pero si nos ubicamos en el contexto de la época, podremos comprender que, de hecho, estas expresiones, que nosotros consideramos un atentado a la libertad, tuvieron su papel en la evolución de la mujer como actualmente la conocemos. Si pensamos que las féminas que leían estas revistas creían el 100% de lo que en ellas se dice sin analizar su propia situación, si pensamos que todas ellas llevaban el estilo de vida que nos muestran, pecaríamos de ingenuos.
La mujer reflejada en estas producciones, si bien representaba el ideal de belleza y de mujer, es un indicador de la mentalidad de la época pero no necesariamente de la realidad. Las mujeres inteligentes existieron en todos los tiempos. Los medios pueden darnos una imagen de la gente y de las sociedades que no necesariamente es la correcta, a veces exageran la realidad o la distorsionan, igual que hoy. Sin embargo, estas revistas son una mirada interesante a las emociones lúdicas femeninas, la idea de un mundo real, con problemas reales pero hermoseado con soluciones sencillas y alcanzables; un escape a la crisis en todos los sentidos, esa crisis constante que parece ser la consecuencia del avance del hombre en la historia.
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