Ahora que nos enfrentamos al problema del agua y avisoramos la tremenda crisis que nos legará, es importante hacer un monitoreo de lo que los medios de comunicación escritos nos ofrecen para reflexionar.
Extraido de la Editorial de La Razón 15/11/09
Debemos, m�s bien, recordar que somos los privilegiados seres del cosmos que habitan un planeta como la Tierra, �nico en el universo conocido, que tiene todas las condiciones que permitieron la evoluci�n de seres con vida propia, �nicos por especie, en parejas para la procreaci�n y supervivencia.
No cabe la menor duda de que estamos frente, vale decir mejor, ya inmersos, en un peligro demasiado preocupante. Se trata del calentamiento global de la Tierra. Resultado de dos factores acelerados durante el siglo XX: la industrializaci�n y el crecimiento demogr�fico. En otras palabras, el planeta Tierra se nos achic�. Hace 30 a�os que el fen�meno empez� a hacer crisis y desde entonces, a�o por a�o, las cat�strofes naturales aumentan y se repiten cada vez con mayor intensidad.
El mundo viene sufriendo grandes cambios clim�ticos, los que acarrean grandes desastres. Todo por la sencilla raz�n de que el term�metro marca unos grados m�s de calor, emergente del llamado efecto invernadero. La ciencia y los medios de comunicaci�n han venido informando acerca de los desequilibrios medioambientales provocados por el quehacer de los humanos y, por cierto, los previsibles resultados. Los deshielos polares, que destruyen el h�bitat, lo que entre nosotros vemos con Chacaltaya y algo en el Illimani y el Mururata. El calentamiento de la tierra que se torna m�s �rida y seca por la p�rdida de humedad con afectaciones para la agricultura, plantas verdes, follaje y alimentaci�n animal, adem�s de la escasez del l�quido elemento para todo uso, con mayor dramatismo el agua potable. Las sequ�as se ampl�an y se prolongan y los desiertos crecen. Los incendios forestales proliferan. Los oc�anos aumentan de volumen y su salinidad invade las costas. El lago Titicaca tiene una baja de nivel anual, tanto por evaporaci�n cuanto por el menor caudal de sus afluentes, mayoritariamente peruanos. Los huracanes y tifones son m�s violentos en viento y en tormentas, asolando poblados en el Caribe y el Asia oriental con archipi�lagos y peque�as islas Estado por desaparecer. Ni hablar de los desbordes de r�os por fuertes tormentas y precipitaciones pluviales inundando ciudades y campos de cultivo.
Las consecuencias son dram�ticas en la vida humana y animal, as� como la vegetal, en particular de los bosques tropicales y la fotos�ntesis. La miseria, el hambre, la morbilidad y la mortalidad aumentan dejando arrinconadas la dignidad y calidad de vivir. No est� dem�s recordar que si este desastre contin�a y la temperatura aumenta, llegar� el momento en que desaparecer� todo vestigio de existencia. Debemos, m�s bien, recordar que somos los privilegiados seres del cosmos que habitan un planeta como la Tierra, �nico en el universo conocido, que tiene todas las condiciones que permitieron la evoluci�n de seres con vida propia, �nicos por especie, en parejas para la procreaci�n y supervivencia. Ni m�s fr�o ni m�s calor, as� como est�, ni tan cerca ni tan lejos del sol. Con atm�sfera y capa de ozono que es lo que estamos destruyendo con el incontrolado anh�drido carb�nico.
No podemos ni debemos luchar contra la tierra donde vivimos, ni pensar enfrentar a la naturaleza que nos genera y nos da de todo, hasta lo m�s maravilloso que es el cerebro para usarlo. El cambio clim�tico mundial tiene su contraparte en la prevenci�n del desastre, en el medio ambiente sostenible y el desarrollo sustentable.
La pasada semana concluy� en Barcelona la �ltima ronda preparatoria de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el clima a realizarse del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, a la que se llegar� sin acuerdos previos por las diferencias existentes entre pa�ses ricos y pa�ses pobres, como es l�gico suponer dados los trillonarios intereses en juego. El instinto de supervivencia deber� guiar a los l�deres mundiales hacia un tratado vinculante a todos los pa�ses.