No bastó que el toro sea el blanco de las burlas humanas, al señalar que sus cuernos son la evidencia que toda vaca tiene una vida oculta. Tampoco bastó que sus testículos sean vendidos como un poderoso afrodisíaco, bajo el indignante nombre de 'criadillas'. Sólo fue suficiente cuando lo obligaron a ser parte de las corridas, un espectáculo que se podría considerar como la 'lucha libre de los intelectuales'.

La lucha libre y la corrida de toros son almas gemelas de distintos barrios. Toreros y luchadores se visten con atuendos estrafalarios ceñidos al cuerpo, son admirados por sus acrobacias de combate y hacen parte de una elaborada pantomima cuyo vitoreado final está arreglado desde antes de iniciarse la obra teatral. Pero la llamada Fiesta Brava se autodenomina de mejor familia, porque el desenlace involucra un desafío a la muerte, convirtiéndola al instante en pieza artística.

Es un performance, arte en vivo, cuyo duelo contra una briosa bestia que recuerda a un tren descontrolado, logra reproducir en los espectadores una explosión de adrenalina similar a la que está viviendo el torero; de la misma manera como una película pornográfica reproduce en las dos cabezas masculinas, una sensación similar a como si en realidad estuvieran teniendo relaciones sexuales con Esperanza Gómez. A través de coreográficos quites de capote o muleta que rozan los puntiagudos cachos del toro, los espectadores se identifican con el peligro y sueñan que son los protagonistas de una leyenda donde creen ser el David que le ganará a Goliat, cuando la verdad es que son una gavilla de Goliats contra un David bonachón.


La corrida de toros es inspirada en una experiencia que se vive en los colegios, porque es allí donde siempre hay un fortachón que se aprovecha de los debiluchos en cursos inferiores. Haciendo uso de golpizas aleatorias y un impuesto del 100% sobre la mesada para compras en la cafetería, este aterroriza a toda la comunidad de nerds. Lo curioso de la anterior situación, es que el fortachón es fortachón gracias a los sidekicks; unos peculiares personajillos que a cambio de unas migajas de poder, inmovilizan cada brazo del nerd para que reciba su consabida patada en el estómago. 
Paralelamente, en la Fiesta Brava, un nerd con cachos es llevado a ser parte de un combate a muerte contra un fortachón, uno a uno. Y sin tener opción distinta a aceptar dicho desafío -dado que al pisar el ruedo le cerraron a sus espaldas la puerta por donde entró-, el nerd con cachos embiste a su rival una y otra vez, dejando en evidencia tras los primeros pases que esa lucha sería pan comido. Por eso, al poco tiempo, los sidekicks entran a rescatar al fortachón, armados de afiladas garrochas y banderillas que entierran en el lomo de la bestia, para restarle bravura con el objetivo de convertir al dragón en una lagartija; igual a un boxeador que luego de un par de asaltos, hubiera pedido que le disminuyeran potencia a los puños de Mike Tyson.

Y sólo cuando los múltiples embates de la pandilla obligan al nerd con cachos a continuar el combate con la cabeza gacha y la lengua afuera, es que el fortachón por fin se atreve a enfrentarlo de tú a tú. Desde ese instante en adelante, busca lucirse con piruetas, suelta la muleta en la arena, se pone de rodillas y hasta somete a la bestia al sinsentido de perseguir un trapo rojo; siendo esto un directo simbolismo del refrán 'al caído, caerle', manifestado en otros sucesos humanos como cuando se aprovecha una revuelta para romper las vitrinas que exhiban televisores, o cuando en una fiesta se le restriega una nueva pareja a la ex.

La faena del toreo termina en la misma circunstancia que una relación sentimental: cuando le rompen el corazón a quien quiere continuar -aunque en este caso particular se use una espada-, revitalizando la milenaria tradición humana donde el fuerte siempre explota al débil. Ya quisiera yo que el humano dejara de aprovecharse del idealismo del toro, un grandulón de mal temperamento pero con una fe desmedida en la convivencia de todas las especies, al punto que es vegetariano; y más bien llevara a las corridas al tigre de bengala que les escribe, quien no le temblaría el colmillo para tragarse de un bocado al torero (aunque este tenga, con total seguridad, mal sabor).

Hasta una próxima verdad humanamente irracional, Amigos de lo Salvaje.


Lucano Divina
Comandante en Jefe de Amigos de lo Salvaje-EA
Selvas de Sur América, septiembre 8 de 2011


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