Bueno, como la sección de blogs quedó enterrada en el archivo de la década pasada (My Good Lord, el periodo 2001-2020 ya es la faquing década pasada, *feeling old*), publicaré en esta hermosa sección de discusiones generales lo que debería ir en el blog de p-chan.
Desde el 19 de febrero próximo pasado estoy ocupando la jefatura de mi oficina, una unidad por demás interesante y que pertenece a la mejor Universidad de Bolivia (o por lo menos ese criterio se colige de su posición en los rankings), así que imagínense a este inocente y tímido moderador de foros en el rol de autoridad administrativa.
El universo que abarca mi trabajo es más o menos de 80mil estudiantes, 3mil docentes y como 2mil administrativos (eso sin contar los contratos no laborales y de postgrado, con esos digamos que se disparan las cifras), distribuidos entre el área central, las trece facultades, canal trece, las sedes rurales y un par de institutos de postgrado (CIDES, CEPIES y etcéteras).
Mi misión, procurar el cumplimiento de las normas nacionales y los reglamentos universitarios en todos los asuntos de la vida universitaria, logrando los objetivos administrativos y académicos y evitando que mis autoridades y compañeros de trabajo resulten con imputaciones, reproches, sanciones o repeticiones por el ejercicio de sus funciones.
Prácticamente ese es mi actual rol, la jefatura de asesoría jurídica, una unidad con 14 dependientes, casi todos abogados (11 abogados y 1 estudiante de derecho, 2 ajenos al mundo del derecho en lo que a formación se refiere), todos muy profesionales, desde nuestro portero mensajero hasta el asesor más antiguo (más de 40 años en el cargo y que ha sido jefe como 14 años en gestiones anteriores a la mía y de mis tres predecesores inmediatos).
Pues bien, la naturaleza de mis funciones me impide entrar en muchos detalles de casos, pero sí puedo hablar de mis sentimientos. Por ejemplo, hay días en los que me siento la persona más afortunada, rodeado de amigos, de mi familia laboral, de quienes hacen posible seamos considerados la élite debido al buen desempeño y trabajo ideal. Pero también están los otros días, aquellos en los que aflora mi peor parte, mi furia, en los que grito y mando a la punta de un cuerno a quien se me atraviese porque no falta esa imprudencia, impericia o simplemente negligencia que arruina todo y genera conflictos, no interpersonales (que se pueden resolver con diálogo y comprensión la mayor parte del tiempo), los conflictos que generan responsabilidad laboral, aquellos que provocan responsabilidad a mis autoridades y daño a mi institución.
¿Qué hacer en esos momentos?
Por su parte, como buen ser humano que soy he metido la pata hasta el cuadril. Prácticamente arruiné muchas cosas y actué de manera tal que afecté a amigos. Vale, me pueden decir que no era nada ilegal y demás etcéteras, pero eso no quita lo más importante, fui descuidado y descortés.
Así empieza este pseudoblog que espero ir editando, próximamente con detalles más concretos.