Csilla Davalovszky
01/06/2009
Tema: La segunda economía del mundo está emergiendo como superpotencia cultural.
Resumen: A pesar de la desaceleración de la economía nipona desde la década de los 90 y la pérdida de una parte importante de su peso económico, Japón emerge en el nuevo milenio como una verdadera superpotencia cultural gracias a su capacidad de posicionarse como país posmoderno y a la vez tradicional, así como a la toma de conciencia por los dirigentes políticos japoneses de utilizar la cultura popular (el anime, el manga, la música y la moda, etc.) como herramienta clave de la política exterior para difundir una imagen positiva de Japón en el mundo.
Análisis: Las grandes líneas de la política exterior del Japón de la época de la posguerra fueron concebidas al final de la Segunda Guerra Mundial y determinadas por el hecho de que Japón salió de la misma como Estado vencido. El fin del conflicto mundial supuso para Japón algunos cambios fundamentales: la expansión militarista fue seguida por la instauración de la democracia y la paz y la rivalidad con Occidente por la cooperación con EEUU. Con la Doctrina Yoshida en el centro de su política, a partir de la segunda mitad de la década de los 40 Japón se dedicó a la persecución de un sostenido crecimiento económico. Gracias a una serie de factores, como su apuesta por la innovación tecnológica, las altas tasas de ahorro de su población, así como a la sólida ética laboral de su mano de obra, Japón no sólo recuperó su economía devastada por la guerra, sino que alcanzó un nivel de desarrollo nunca antes visto, convirtiéndose en una superpotencia económica para los años 80. Aunque el "milagro japonés" fue cuestionado en la "década perdida" de los 90, hoy día Japón constituye la segunda economía del mundo en términos de PIB y la tercera en términos de paridad de compra. El país que copió a otros Estados se ha convertido en un modelo a copiar.
La cultura en el contexto de las relaciones internacionales de Japón
Aunque en el transcurso de los primeros 25 años que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial existieron en Japón algunos programas de intercambio cultural con EEUU, se puede considerar que los orígenes de la diplomacia cultural japonesa se remontan a los años 70. Para esa década la diplomacia nipona había cumplido con "la misión histórica de reconstruir la economía y de reintegrar al país a la comunidad internacional" (Diplomatic Bluebook, 1973). Si bien la persecución de los intereses económicos seguía siendo un objetivo principal para Japón en los años 70 y también en las décadas siguientes, a partir de los 70 las críticas por parte de ciertos países asiáticos contra el carácter fuertemente económico de la diplomacia nipona llevaron a los dirigentes políticos de Japón a dar un enfoque más humano a la misma. En la edición de 1973 del ya citado informe anual Diplomatic Bluebook, el Ministerio japonés de Relaciones Exteriores (MOFA) declaró que en los tiempos que corrían ya no era posible conseguir los intereses económicos y políticos del país sin desarrollar un entendimiento mutuo entre Japón y los países del mundo. Temiendo a una especie de "aislamiento a la inversa", el país del sol naciente no tuvo otra alternativa que encontrar su identidad en el nuevo orden internacional, posicionándose como un Estado que contribuía a la comunidad internacional. Así, en los años 70 el Gobierno japonés empezó a poner los intercambios culturales al servicio de la diplomacia con la misión de mejorar las relaciones de Japón con los países del Sudeste Asiático (área de cooperación bajo el paraguas de EEUU), así como de paliar las tensiones económicas producidas con los miembros de la ASEAN, principal área de actividad de las empresas japonesas. Es importante señalar que en esta primera época de intercambios culturales con Asia los países prioritarios de la diplomacia nipona no eran la República Popular China o la República de Corea, es decir, los vecinos inmediatos de Japón en los que aún persistía la memoria de la guerra, sino el Sudeste Asiático, región a la que también destinó la mayor parte de su ayuda oficial al desarrollo.
La creación de la Fundación Japón en 1972 igualmente daba muestra de la preocupación del Gobierno por convertir el intercambio cultural en el cuarto pilar de la diplomacia nipona junto a la política, la economía y la cooperación económica. En este contexto cabe destacar que en japonés se utiliza el término "intercambio cultural internacional" (kokusai bunka koryu) para referirse a lo que en otros países es conocido como "diplomacia cultural" o "acción cultural exterior". La razón de ello es que a diferencia de la mayor parte de los países occidentales que tienden a ver la diplomacia cultural como una herramienta para la self-projection, las actividades de intercambio cultural de Japón ponen énfasis tanto en exportar la cultura nipona al extranjero como en importar las culturas extranjeras a Japón. El Ministerio de Relaciones Exteriores proclama que Japón debe llevar a cabo la divulgación de su realidad cultural en el extranjero sin que ésta se convierta en "una campaña publicitaria unidireccional". De este modo, el término "intercambio cultural internacional" expresa el carácter recíproco de las relaciones culturales de Japón. La predicción de Ohira Masayoshi, primer ministro de Japón entre 1978 y 1980 y autor de The Age of Culture (Bunka no jidai) de que la década de los 80 iba a ser la edad de la cultura y la internacionalización en Japón, empezó a cumplirse con la involucración de los gobiernos prefecturales, así como de las ONG y las organizaciones civiles niponas en las actividades de intercambio cultural del Gobierno central.